Volver a Madrid .
Conocimos Madrid hace muchos años, mas de 40. Cuando reinaba en España el generalísimo Franco. Y digo reinaba, porque era casi de esa manera que gobernaba.
En aquella época, Octubre de 1975, se estaba muriendo y la mitad de España lloraba, y la otra mitad se mataba a chatos de vino festejando el momento que se avecinaba. Murió a los pocos días de irnos de este país , para suerte de muchos y desgracia de otros.
Madrid es una ciudad donde la mayoría de los argentinos se sienten como en casa, pero es muy diferente a lo que creen y a lo nuestro. Yo creo que muchos se sienten bien solamente por el idioma.
No obstante yo me llevo bien con los madrileños aunque a veces nos maltraten por sudacas, pero cuando te conocen un poco terminás en un bar como los chanchos.
Después de muchos años sin pisar España llegamos con un vuelo desde Sttutgart, y allí nos estaba esperando mi gran amigo y compañero de correrías el polaco Jurek. Jorge en español si quieren, pero para mi siempre es y será Jurek.
Compañero de navegación, correrías, muchos bares y regatas, muy buen marino y en todo lo que se pueda ser buen tipo, Viajamos juntos, con permiso matrimonial, en el año 1978 y el tipito se quedó y puso muchos cojones, porque lo hizo sin un mango y a empezar de cero.
Hoy es un empresario gastronómico y formó una familia de puta madre, como se dice allá.
El polaco nos facilitó un departamento en lo mejor de la ciudad en la calle del Príncipe de Vergara, y cuando llegamos la mesa estaba servida con el mejor jamón ibérico y salame.
Sin duda alguna en la mesa sobra la gaseosa, pero un pecado lo comete cualquiera.
Por la mañana salimos a atrapar a Madrid como si no la conociéramos, ya que por los años transcurridos el Madrid de hoy es diferente al que habíamos conocido. Como agravante solo teníamos unos pocos de días antes de retornar, y debíamos ir a Salamanca y a siete Iglesias de Trabanco, pueblo de donde son oriundos los ancestros de mi esposa..
Primero fuimos a sólo una cuadra al Mercado de Chamartín, a mirar, ya que los precios que allí se encuentran son los mas caros, al igual que la calidad de los productos que son los mejores de la península. Allí se abastecen la casa real y todos los que pueden pagar cifras siderales por un buen chuletón.
Una manía que tenemos con mi chica, es entrar a los mercados, hablar con los puesteros y disfrutar del órden, la limpieza y la calidad de los productos.
Luego, tomamos un bus hasta la Puerta de Alcalá. Siempre hermosa, monumento construído allá por al mil setecientos setenta y tantos..
Admiramos una vez mas El palacio de Correos, que ya no es correo, sino un museo. Se exponían obras de Kandisky, pero lo perdimos porque la cola era infernal y no podíamos darnos el lujo de gaetar una mañama entera.
De allí tomando por la Gran Vía, mirar vidrieras y el primer trago del día para luego dirigirnos hacia la Puerta del Sol.
Ese primer trago tiene lo suyo. En ralidad paramos en un muy lindo bar de la Gran Vía a tomar un café. Eran las 10 de la mañana, pero al entrar vi algo que me alucinó, porque hacía muchos años que no veía. Si Sr. » Vermut de grifo», no me corrija amigo, en España se escribe así.
Por supuesto que lo acompañé con un par de pinchos de pulpo, pero así y todo las piernas se negaban a obedecer a sus mandos naturales.
Mi chica aprovechó la situación para meterme en una tienda, hizo mierda la tarjeta y yo me enteré cuanto gastó cuando llegué a Bariloche un mes después. Cosa que le pasa a cualquier marido que le extiende la tarjeta a su esposa.
Caminando entre un gentío que se dedicaba a laburar de oficina en oficina y de local en local, vendedores ambulantes de carteras Prada y Louis Buiton truchas, y mezclados por una cantidad permanente de turistas, que como nosotros, querían ver todo y no perderse nada.
Llegamos a la Puerta del sol a mirar una vez mas al oso emblemático y recorrimos la zona que es una de las mas interesantes de Madrid.
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Era hora de encontrarnos con Jurek para comer algo y lo hicimos en un pequeño restaurante donde le dimos a unas buenas tapas, variadas y diferentes a lo que habitualmente se ve en los bares. Tapas con un concepto mas moderno que los de siempre. Muy bueno.
Seguimos recorriendo el barrio cercano a la plaza de Santa Ana, que es el barrio de Las Letras y que es un despelote, por sus edificios, la movida a toda hora y la cantidad de bares y restaurantes. Edificios de antigua data, restaurados como se debe y mantenidos a la perfección. Es importante caminar este barrio. Es el viejo Madrid, que muestra de nuevo su belleza centenaria.
Fue en esa recorrida que encontré un «tablado», el de Villa Rosa, que en otra época lejana supe concurrir, y no me quedó mas opción que bailar un poco de flamenco con mi chica. Poniendo mi cara mas dura y animándonos como hacemos siempre. La verguenza no existe, solo la crea uno mismo.
Muy cerca de allí esta la plaza de Santa Ana. Imperdible. Rodeada de boliches, gente disfrutando y también encontré uno de los pocos teléfonos públicos que vi por quellos lares.
A sólo un par de cuadras de allí fuimos a ver el para que para nosotros, fue el primer alojamiento en Madrid, y que también lo siguió siendo en todos los otros viajes. El Hostal Lisboa. Simplemente un recuerdo mas.
Seguimos caminando hasta la Plaza Mayor, lugar con tanta historia y tantos recuerdos y que nadie que pise Madrid puede dejar de conocer.
Y como no podemos dejar de recorrer los mercados, nos fuimos por allí cerca al de San Miguel. (mirá este video y después contame) Un edificio muy antiguo, 1915 creo, hermoso y concurrido, para comer algún pincho, unas tapas o un bocadillo de jamón del bueno, con una copa de un excelente vino de Rioja, o simplemente comprar mercadería para tu casa.
Los jamones Ibéricos al alcance de casi cualquier bolsillo.
Ya era demasiado para un día y no veía el momento volver al departamento, pero antes nos quedaba algo mas. Sacar los pasajes en tren para ir a Salamanca. Primero quisimos alquilar un auto pero fué imposible, no quedaba uno disponible en toda la ciudad. Los madrileños muchas veces no poseen automóvil, por el problema de estacionamiento, costos y por no usarlo los días que trabaja, o lo que sea, y alquila para los fines de semana, por lo tanto la opción mas lógica al no tener auto, era el tren.
Luego de comer en un boliche bastante berreta, nos fuimos a dormir, cosa que nos hacía falta.
Por la mañana nos fuimos a la estación de Atocha, si, aquella donde el terrorismo se mando un gran moco. Esta remozada y los trenes son no solo puntuales sino fantásticos.
Después de dos días en Salamanca, que ya contaré en otra entrada, regresamos a Madrid. Nuevamente pasamos por la Puerta del Sol, donde había una estatua viviente, un poco mas creativa de lo que estamos habituados. Foto y un par de euros bien merecidos para el creativo.
Esto demuestra que para ganarse el mango no alcanza con pintarse la jeta de blanco y quedarse quieto. Ahora contame como hace el tipito para estar colgado así, aunque tenga un armazón de fierracho que lo sostiene.
Mi amigo Jurek tiene un pequeño restaurante argentino que se llama Bayres Beef, también en el barrio de Las Letras , y a pocos pasos de la Puerta del Sol, que se llena todos los días y lugar obligado si querés comer un buen chorizo o buena carne de La Pampa o se te ocurre tomar un vino de nuestro país. Aunque sea o parezca por lo menos ridículo tomar vino argentino en España, hay muchos que así lo requieren. En internet lo encontrás y si vas de parte mía el polaco te echa a la calle. Muy bueno el lugar de veras y con precios razonables.
A la noche comimos en Bayres beef y al día siguiente un cocido madrileño en la casa del polaco con parte de su familia.
Retornamos a Buenos Aires en el que fué el peor vuelo de mi vida. En este punto debo decir que viajar por Iberia es una de las peores decisiones que tuvimos en este viaje. Menos mal que fue solo la vuelta de Madrid a Bs As. Nada peor que esta companía, salvo que fueras masoquista, y te guste el maltrato, de lo peor. A la ida fuimos por British Airwais en un vuelo a Londres y de allí a París. Un sevicio de primera, baños utilizables durante todo el vuelo ya que eran higienizados permanentemente, personal que nos atendía de forma correcta y amable.
Y como todo se termina, con una selfie con cara de cansados, nos despedimos de Madrid para retornar a nuestro querido Bariloche.
Filed under: amigos, General, viajes | 3 Comments
Etiquetas: atocha, Barrio Las Letras, bayres beef, cocido madrileño, Franco, gran vía, Jamon ibérico, kandinsky, madrid, mercado de chamartin, mercado san miguel, palaciode correos, plaza de Santa Ana, plaza mayor, principe de vergara, puerta de alcalá, Puerta del sol, tablado de villa rosa, vermut de grifo
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Muy bueno Enrique! Es sabido que España se come como los dioses, más que nada por la calidad de todos los ingredientes.
Me dirías si te acordás el nombre de ese restaurant de tapas no tradicionales? Así voy la próxima vez que pase por Madrid. Y también iré al restaurant de tu amigo, pero no le digo que voy de tu parte!
No recuerdo el nombre, pero esta a la vuelta de Bayres Beff de Jurek. Preguntale y decile que te mando yo, que no te va a hechar sino compartirás un vino con él.
viva espa;a viva el rey l orden y la ley