Como un paquete de Marlboro.
Corría el año 1972 o 73 y con mi esposa decidimos veranear en otro lado que no fuera Villa Gesell.
Durante varios años concurríamos a esta inigualable (en aquella época) villa, a pasar unos días en el verano.
Carpa, playa, amigos etc, la hacían casi única.
Pero decidimos cambiar de rumbo y nos fuimos para Claromecó.
Llegamos en nuestro suntuoso DKW (Auto Unión) y nos instalamos en un camping cerca del mediodía.

DKW
Yo sentía unas ganas desde lo profundo de tirarme al agua salada del mar después de un año de trajín y trabajo.
Nos fuimos a la primer playa y ni bien me saqué las zapatillas (alpargatas usábamos en esa época), corrí hacia el mar y me tiré con todas las ganas del mundo.

Viejas alpargatas
Comencé a nadar hacia adentro (sin exagerar) y volví nuevamente a la costa sin desperdiciar un instante de ese merecido chapuzón, que idealizaba desde hacía muchos días.
Dos cosas me llamaron la atención. La primera era que no había nadie en el agua.
Que raro pensé, con un día tan lindo.
La segunda , mas complicada, eran los gestos ampulosos del bañero conminándome a salir del tan preciado elemento.
En ese momento sentí un leve escozor en las piernas, que se tornaban en picazón y hasta algo de dolor.
Salí del agua y el guardavidas me hablaba a distancia y entre otras apreciaciones escuché la palabra pelotudo.
Por supuesto que yo no había visto la bandera roja de prohibición de baño, o sea que el pelotudo me lo merecía.
La pizazón aumentaba y lo peor es que se concentraba en mi entrpiernas.
Dolía, ardía y mi verguenza no me permitía rascarme.
Abrí la malla como para ver que carajo pasaba y descubrí que mis gobelins estaban llenos de aguas vivas de muy pequeño tamaño pero en gran cantidad.

Aguas vivas (medusas)
Corrí a una ducha y estre puteadas y lamentos comencé a sacarme esos bichos que atentaban contra mi futura paternidad.
Conclusión: Durante tres o cuatro dias los tuve rojos como un paquete de cigarrillos como el que menciono en el título.

Así quedaron mis gobelins
De mas esta decir que fué la última vez que pisé Claromecó.
Claromecó no tiene la culpa, pero..
Filed under: humor | 9 Comments
Etiquetas: aguas vivas, claromecó, medusas, vacaciones
Qué cagada Enrique!!!
Ah, que lindo el auto 🙂
Saludos!
Qué dolor… No puedo imaginarlo… :S
con ese union un vientito de frente y hay que pecharlo jeje
pero que b…. de los errores se aprende
A veces se ven flotando las aguas vivas. Raro que no hayas visto ninguna, ni que la hayas sentido mientras te picaba o algo
Patricio:
te aclaro que ese no era mi auto, es una foto que encontré por allí. Pero el mío era color gris.
Jorge:
El auto Unión se comportaba muy bien con el viento de frente, daba 130 Kph. y hay que pensar en los autos de esa época. El mio era de 1960.
Neo:
cuando me avivé ya era tarde.
Todo va y viene en esta vida, quizás haya sido una venganza del padre de la nena a la distancia. Él no le pudo apretar los huevos en la morsa, pero las aguas vivas se encargaron de hacer un efecto similar, jeje!! 😛
Supongo que a partir de ese día siempre miró la banderita que indica el estado del mar, ¿cierto?
Saludos!
LoneWolf:
No creo que sea la venganza de los dioses, sino estaríamos todos hechos mierda. En cuanto a la banderita, eso es lo primero
Que bueno que las aguasvivas eran chiquitas y no te dejaron los huevos muertos
Una sola vez tuve un encuentro con una aguaviva, en Quequén, de chico y solo en la pierna. En los gobelins no me quiero ni imaginar…
SAlute
Sir Alfred
Saludo y un abrazo.