anécdotas de restaurante (6)
Era una pareja gay que nos visitaba todos los inviernos en el mes de julio.
El era peruano, no mas de 1,50 a 1,55 de estatura, muy flaquito, pienso que no llegaría a lo 50 kilos, pelado, morocho y para ser franco bastante feo. Hablaba un español muy castizo y correcto.
Ella era alemán, quizá mas de 1,80, gordo, blanco como una teta escondida del sol, de mofletes rosados y rozagante como un lechón.
Se alojaban en el Hotel La Cascada, de 5 estrellas a no mas de 150 mts de Posada Vincent, en la ruta camino a Llao Llao.

Bariloche
La historia se repitió, con pequeñas variantes en todas las cenas, durante los años que nos visitaron.
Llegaban acaramelados, muy educados, se ubicaban en la misma mesa que reservaban invariablemente con anticipación y pedían fodue de queso y bourguignonne.
Un muy buen vino blanco regaba el banquete, sin miramientos de costos.
Al promediar la botella comenzaba el drama.
El peruano le recriminaba al gordo que había mirado al camarero del hotel o al cocinero o a cualquier tipo con que se hubiesen encontrado o cruzado. Hacía una escena de celos, que iba subiendo de tono a medida que escanciaba la botella.
El gordo comenzaba a lagrimear, primero en silencio y luego con un lloriqueo intermitente, mientras los demás comensales advertían la situación indefectiblemete, y paraban la oreja para escuchar y tratar de no perderse nada.
Largos silencios se intercalaban entre las quejas del peruano y las réplicas llorosas del tedesco, pero la tensión aumentaba permanentemente a medida que se terminaba el vino.
Yo subía un tanto la música para disimular, pero no alcanzaba.
En un momento determinado, que decidía el peruano, pedía la cuenta, y pelando una American platino, pagaba y sin mas trámites salía del local dejándolo al gordo sentado.
Salían y el Alemán lo seguía a cierta distancia.
Un día ella, que caminaba a tres o cuatro pasos del peruano, en una banquina cubierta de nieve, lo corrió con muy delicados pasitos y abrazándolo le estampó un beso en la pelada.
Todo los comesales estaban atentos a la escena no pudiendo creer lo que veían.
Ellos de allí en mas se fueron abrazados y reconciliados retornando a su hotel.
Notable y no por repetido dejaba de llamarnos la atención, pero estoy seguro que se querían mucho
Filed under: humor | 7 Comments
Etiquetas: amor, celos, gay, restaurante
Ya solamente la descripción de la pareja es divertida… ni hablar de la situación!
Un saludo enorme, muy bueno el blog 😉
CoskiBukoski: Gracias por tus conceptos
Esto ya lo leí!!! 😛
Jajaja.
saludos enrique!
naaaa que risaaa! bastante malo el peruano ese, seguro que el gordo estaba con el por la plata
Jorge:
No lo parecía. Te aclaro que el gordo no era nada lindo tampoco, y debía tener guita también
Enrique, en su momento le había pedido que escribiera una entrada sobre Hillary Clinton.
Hoy hice una, lo invito a leerla y a comentarla http://patriciodemoreno.blogspot.com/2009/01/hillary-diane-rodham-clinton.html
Un saludo.
Patricio.
Patricio:
No me atrae el tema, pero luego leo la tuya
Saludito