La primera vez que me estafaron
Tendría yo 15 o 16 años, y como todo adolescente, de antes o de ahora, quería tener ese producto de esa marca en particular. En esa época las camisas eran generalmente solo camisas, hasta que apareció la Manhatan. Hay mi viejo, que camisa. Era otro cuello, otro corte, que se yo, era una Manhatan y, si la acompañabas con mocasines de Los Angelitos, traje de Furst y un paquete de Chesterffield importados y sin filtro, te podías hasta creer Elvis ganando minas.
Pero claro no te la compraban asi nomás. Era cara y en esa época no te daban todo lo que querías.
Aunque sea por no ceder, pero te hacían sufrir hasta el cumpleaños por lo menos.
Yo asistía a un secundarioo en el barrio de Almagro y como era privado, concurría mañana y tarde, un bardo que le dicen, un verdadero castigo.
Mi viejo me daba $ 10 por día, que me alcanzaba para viajar, comer en una fonda o pizzería, el paquete de puchos y sobraba algún manguito. Además me había dado $ 50, no para gastar sino para tener por cualquier emergencia.
Lo concreto es que salía yo del cole con rumbo al colectivo, y se para una camioneta que mostrándome una caja de la camisa de mis sueños, me la ofrece como sobrante de una entrega. Viejo verso conocido por cualquiera menos por un pendejo caliente con la Manhatan.
Abre la caja y me la muestra. Me pide $ 70, que era bastante menos de lo que costaba. Yo, muy piola le ofrezco $ 50. Duda pero accede. Me pregunta mi número de cuello y trayendo de la camioneta una caja con mi número, pago los $50, convencido de ser muy ligero y muy canchero. Mientras viajaba, miraba en el frente de celofán de la caja, ese cuello diferente, esos puños para lucir los gemelos, pensaba en el sábado, en fin contento con la ganga.
Llego a mi casa y le muestro a mi vieja mi adquisición, desarmando con presteza la caja. De esta solo emerge un cuello con una pequeña pechera y dos puños agarrados primiriosamente con dos alfileres. El resto de la camisa no existía.
Mi vieja se cagaba de risa, mi viejo cuando vino y entre carcajadas me dijo.» esto le pasa a los boludos que se creen piolas»
Yo me sentía mas indignado por las risas de mis viejos, que por la camisa.
Con el tiempo aprendí que para hacer el «cuento del tío», primero hace falta un sobrino, que por supuesto es tan ambicioso como el tío y ademas es boludo.
Filed under: humor | 5 Comments
Etiquetas: adolescente, adolescentes, boludo, camisas manhatan, cuento del tío, estafas, los angelitos, moda, secundario
jejeje, excelente historia, tendre mas cuidado
saludos
Jajajaja suele pasarnos a todos en la vida en algun momento
Si, hay momentos que uno entra de cabeza
Excelente historia! (como todas las que contas)
Yo cai en la estafa del tipico flaco que tiene tres cubiletes que los mueve y tenes que apostar a descubrir dónde queda la pelotita… tenia 19 años maso y me creía con muy buena vista….. un boludo! jajaja
A todos les pasó alguna vez, pero pocos lo cuentan.