Anécdotas de restaurante (4)
Mi esposa le puso de apodo «Lucesita Benitez». Era una muy buena chica pero le faltaban algunas lucesitas en sus guirnaldas
En esa época, en Bariloche teníamos un restaurante, Posada Vincent, especializado en fondue y bourguignonne. Este último plato consiste en un caldero de fundición de hierro, con su correspondiente hornillo, con aceite hirviendo y el comesal dispone de dos largos tenedores con los cuales cocina pequeños daditos de lomo que luego los condimenta con diferentes salsas.
Bien, volviendo a «Lucesita», ella era camarera y básicamente llevaba a las mesas los calderos con su correspondiente hornillo y los ingredientes. Pero como Uds comprenderán, este caldero con aceite hirviendo es muy peligroso y requiere de mucho cuidado su manejo.
La cocina donde se calentaba hasta el hervor dicho aceite, tenía una puerta vaivén, y el mayor peligro se producía si al salir alguien otro quisiera entrar. Esto produciría un choque entre el personal con el problema que se podía derramar el aceite sobre la camarera. Situación por supuesto muy peligrosa.
Habíamos puesto una norma que era que el que salía o entraba, avisaba con un «entro» o «salgo», pero Lucecita se olvidaba permanentemente de avisar.
Me ponía de la nuca que la fulanita se olvidara. Además la puerta se tenía que empujar, al tener las dos manos ocupadas, con el culo. Entonces, avisando y entrando o saliendo de culo las posibilidades de quemaduras se limitaban a un mínimo, y de hecho nunca ocurrió nada.
Inevitablemente le decía que avisara e inavitablemente se olvidaba, o sea que cada vez que entraba a la cocina yo la cagaba a pedos.
Una noche, luego de haberla puteado un par de veces, por no avisar, «Lucesita Benítez» , (nerviosa) salía de la cocina con el caldero y luego de pensar unos instantes, arremete con el culo la puerta y después que esta afuera grita «SALGO»
Con Fabio, que en esa época me ayudaba en la cocina, nos estubimos cagando de risa mucho pero mucho tiempo
Filed under: humor | 5 Comments
Etiquetas: Bourguignonne, cocina, fondue, posada vincent, restaurante
JAJAJAJA. Al final terminó aprendiendo?
¡qué verrrrtigo!
Thelma
Lucecita no aprenderá nunca, porque no se le pueden agregar lamparitas a su guirnalda
jaja pobre, me acordé de ella, era muy buena, pero muy muuuuy limitada, jamás iba a aprender a hacer dos cosas a la vez, y llevar la marmita de acero era una tarea compleja para ella, aprender a salir de culo de la puerta vaivén ni les cuento!
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