Anécdotas de restaurante (1)

09Oct08

Durante muchos años fuí dueño de restaurante.

Una actividad cansadora, exigente y con horarios a contramano de todos mis amigos. Cuando ellos descansan vos trabajás y cuando ellos trabajan vos te rascas el higo.

Durante todo ese tiempo, pude acumular una cantidad importante de anécdotas, algunas dramáticas, otras jocosas y muchas tragicómicas.

Esta es el primero de varios post que iré escribiendo, tratando de contarles algunos de esos recuerdos.

Van Gogh

En Bariloche tuve un restaurante-casa de te que se llamaba «Posada Vincent». Indudablemente era un pequeño homenaje que hacía al genial pintor holandés.

El lugar contruído para ese fin, funcionaría ademas como galería de arte. La idea era que los pintores y escultores locales tuvieran un lugar permanente para mostrar sus obras, pero como hacía apenas un par de meses que estaba radicado en Bariloche, no estaba todavía bien contactado con  los plásticos, como para que en la inuguración me cedieran obras para exposición.

Por lo tanto recurrí a varias láminas pedorras del ilustre Van Gogh, que entre dos vidrios, decoraban modestamente el local.

Cuando en un pueblo se abre un nuevo lugar, todas las señoras de la llamada «sociedad» del lugar, quieren conocer inmediatamente el establecimiento para adoptarlo o para defenestrarlo y sobre todo para poder decir «yo estube, como, ¿vos no fuiste?».

Al segundo o tercer día de abrir, se reunen una cuantas señoras de esa edad en que si se tiene dinero se está al pedo todo el día. Digamos 40 a 50 años.

Se sientan esperando tomar el té y sacando el cuero a todo lo que se presente y sobretodo a las amigas que no se encuentran en el lugar.

Retrasada llega una de ellas, cubierta de un tapado de zorro plateado (supongo que llegó tarde para lucirlo) y luego de saludar a sus congéneres y mirando los «cuadros», se acerca al «Retrato del Dr Gachet, (vendido en 75 millones de U$S) mira «Los girasoles, (40 millones de U$S) toma distancia para observar mejor «Le Moulin de la Galette» pone cara de entendida y muy suelta de cuerpo me pregunta:

» Son todos originales?»



2 Responses to “Anécdotas de restaurante (1)”

  1. Jajajaja, definitivamente snob.
    Es lo que pasa con la gente de la «alta sociedad», aprecian el arte sólo por el status social que les da, en el fondo les da lo mismo y lo desconocen.
    Me da demasiada bronca, sinceramente…

  2. No sé que es peor, si el «¿Están vivos?» de Susana Gimenez (sobre un fosil de dinosaurio) o esto.


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